La final de la Champions, como la Comunidad de Madrid, va a ser azul. Después del pase del City el Chelsea fundió al Real Madrid, que llegó a Stamford Bridge en reserva y lo pagó muy caro. Werner marcó el único gol del equipo local, que perdonó media docena de ocasiones en la segunda parte. Zidane apostó por una defensa de tres centrales y colocó primero a Vinicius y luego a Valverde como laterales diestros. No le funcionó, así que los blancos se quedaron compuestos y sin Decimocuarta.
Para el día D y en la hora H Zidane tiró de galones. Qué mejor partido para que volvieran directos al once dos pesos pesados como Sergio Ramos y Hazard que una vuelta de semifinales de Champions. Su presencia en el equipo titular, cantada como la victoria de Ayuso en Madrid, confirmóse poco más de una hora antes de empezar el Chelsea-Real Madrid.
Igual que la defensa de cuatro por la que apostó Zizou con Nacho, chico para todo, como improvisado lateral diestro y Mendy, a veces mulo y a veces pura sangre, en el zurdo. Ramos y Militao formaban la extraña pareja en el centro de la defensa. Por delante, Casemiro, Kroos y Modric, los tres mosqueteros de Zidane, brillantes e incombustibles como las bombillas LED, heroicos a veces. Arriba, el mencionado y esperado Hazard, el genio Benzema y el impredecible Vinicius, jugador de puerta grande o enfermería.
Y con esos once se las veía el Real Madrid ante un Chelsea vigoroso que ya enseñó los dientes en Valdebebas pero le faltó tirar más bocaos. Tuchel calcaba su esquema de tres centrales, con Azpilicueta y Chilwell de carrileros. Kanté y Jorginho tendrían la misión de recorrer kilómetros y frenar las acometidas madridistas, mientras que Mount, Werner y Havertz serían las amenazas ofensivas.
A las nueve de la noche. Eran las nueve en todos los relojes. Chelsea y Real Madrid se jugaban un puesto en la final de la Champions, la competición que el equipo blanco ha convertido en el patio de su casa. Los ingleses salieron a pegar cornadas. Hazard primero y Kroos después se llevaron sendas tarascadas que bordeaban la amarilla. Y Nacho se llevó la tercera. Orsato, italiano, se hizo el sueco.
El Real Madrid salió a dominar sin complejos. La pelota no quemaba al equipo de Zidane, que sorteaba con acierto las emboscadas dispuestas por la maraña táctica de Tuchel. Con Ramos el Madrid tenía un plus para sacar el balón desde atrás y con Hazard era como llevar antinieblas arriba.
Manda el Madrid, sacude el Chelsea
Los primeros minutos transcurrieron sin sobresaltos, pero el Chelsea pegó un par de avisos que resolvió bien Courtois. Primero a disparo lejano de Rudiger y luego a un tiro seco dentro del área de Havertz. El Real Madrid viró el sistema a tres centrales, con Militao y Nacho muy abiertos y con Mendy y Vinicius como laterales con permiso para atacar.
Una pérdida de Casemiro provocó que a los 17 minutos marcara el Chelsea. La contra perfecta la culminó Werner en boca de gol. Menos mal que el asistente de Orsato primero y el VAR después anularon (y justamente) el tanto del alemán.
El susto espoleó al Real Madrid, que se echó al monte. Y fue Benzema quien tuvo en sus botas el 0-1 con un envenenadísimo disparo desde la frontal del área al que respondió Mendy, ese portero que es heterodoxia pura, con una estirada en la que pareció que su brazo era el del Inspector Gadget.
Y del 0-1 para el Real Madrid pasamos al 1-0 para el Chelsea. Lo marcó Werner después de una jugada en la que se unió el talento de Kanté en la gestación y los errores de Casemiro y Ramos en la marca. El francés habilitó a Havertz dentro del área y su vaselina superó a Courtois. Se estrelló contra el larguero y el rechace lo aprovechó Werner para marcar.
Mendy salva al Chelsea
Los detalles del fútbol de élite volvieron a perjudicar al Real Madrid en el 35. Otra vez Benzema tuvo en su cabeza el gol y otra vez lo evitó Mendy, que se adornó en un vuelo innecesario para un remate que iba muy centrado. Los blancos eran, una vez más, víctimas de su propia falta de puntería.
El Chelsea, mientras seguía a lo suyo: presionar, defender y rascar cuando tocaba. Al Madrid se le iba escapando minuto a minuto la final de la Champions y, casi sin darnos cuenta, nos fuimos al descanso después de una jugada en la que Havertz pecó de chupón y acabó perdonando el 2-0.
En la reanudación el travesaño se interpuso en el camino del segundo del Chelsea. Fue de nuevo Havertz el que se sacó un disparo desde la frontal que superó el vuelo de Courtois pero se topó con el larguero. El partido se tiñó de azul a una velocidad de vértigo.
Parecía la primera media hora de Valdebebas. Todas las pelotas divididas eran para el Chelsea, igual que las ocasiones. A Zidane, enrocado en el desastre táctico de los tres centrales y Vinicius de falso lateral, sólo le sostenía la flor. Mount también perdonó el 2-0 en el 52 en un mano a mano con Courtois.
Ahora aparece Courtois
El meta belga mantuvo al Real Madrid en la eliminatoria con una maravillosa parada a Havertz en el 58. Era el gol que habría sentenciado a los de Zidane. Gracias a Dios, lo evitó Courtois. Ahora los blancos se estaban aferrando a la Champions con un uñas, dientes, flor… y un portero superlativo.
En el 61 Zidane metió a Asensio y Valverde para ocupar los costados que habían sido de Vinicius y Mendy con poco éxito. El Madrid se estiró en busca del 1-1. Pero se abrió demasiado la camisa y raudo se comió una contra de Werner que solucionó Fede Valverde con un cruce salvador. El Chelsea volvía a perdonar al Madrid, que seguía increíblemente a un gol de la prórroga.
El reloj comenzó a apremiar a los de Zidane tanto como un Chelsea que no tenía fisuras. A falta de 15 minutos en la banda calentaban Rodrygo y Mariano, mientras que Hazard andaba desaparecido. Zizou quitó a Casemiro para meter a Rodrygo. 4-2-3-1 y a morir con las botas puestas, algo que pudo ocurrir en la siguiente jugada, en la que el Chelsea volvió a perdonar.
Fue la penúltima gran ocasión local, porque el Real Madrid apeló a la épica en los últimos 10 minutos y encerró al Chelsea en su área. No le dio. Ni por fútbol, ni por fuelle, ni por épica. No pudieron los de Zidane obrar el milagro de un gol postrero que llevara el partido a la prórroga.
Sí lo hizo Mount en el 85 en una jugada en la que Ramos y Nacho se liaron ante Kanté y Pulisic aprovechó para asistir. Fue el gol que pasaportaba a un Real Madrid que fue inferior al Chelsea en toda la eliminatoria. Así que habrá final de Champions inglesa, la segunda en tres años.